¿Eres de los que tiene un estado de ánimo diferente cada día de la semana?
Es decir, ¿tu humor es diferente el lunes o el viernes?
Reconocer esto es importante para hacer un balance consciente de cómo estás viviendo tu vida, tus días…
Analiza si definitivamente te condicionas por el tiempo, el espacio, la fecha, o si por el contrario te sientes igual de feliz y agradecido un martes o un sábado y vives tus días con el mismo entusiasmo. Reflexiona qué ajustes hay que hacer.
Que no se te pase la vida queriendo otra vida. Es importante apreciar y vivir plenamente la vida que tienes en lugar de desear constantemente estar en una situación diferente. Al anhelar una vida distinta podrías perderte las oportunidades y las experiencias valiosas del presente.
No todos los días tal vez se tienen las mismas ganas, energía, e intención. Esto se debe a muchísimos factores, externos e internos como cambios hormonales, alimentación, hábitos, o situaciones.
Por eso es importante no quedarnos en el problema o en solucionarlo momentáneamente y externamente, es importante siempre procurar ir a la raíz, viajar a las profundidades de nuestro ser para reconocer y aceptar qué es lo que puede estar generando esa manifestación específica y así poder trabajar amorosamente en un cambio sustancial.
Por ejemplo, si te duele constantemente la cabeza terminas por encontrar el analgésico que te hace efecto inmediato, y vas acostumbrándote a tenerlo siempre para apagar el incendio, pero el foco continúa. Así puedes aceptar un montón de patrones o hábitos que te hacen daño, pero los aceptas porque es más fácil.
No olvidemos dar gracias por este gran milagro que es la vida, ¿y cómo agradecemos? No solo con palabras, sino con hechos. Por ejemplo, saliendo de la cama, sacudiendo la pereza y dedicándonos esta primera hora del día a trabajar en nuestro interior, cultivarnos, querernos, cuidarnos, respetarnos y valorarnos.
Ahí es donde reside la diferencia entre alguien que se cuida y alguien que se abandona. Cultiva tu motivación por querer estar bien no solo físicamente, sino entendiendo que la identificación máxima es con nuestra alma, la esencia que le da forma al físico.